Franco, Julián Casanova, p. 298
Las iniciativas aperturistas de Ruiz-Giménez crearon asimismo tensiones entre dirigentes del SEU vinculados al Movimiento y pequeños grupos disidentes antifranquistas. El principal escenario fue la Universidad de Madrid. Al amparo de Pedro Laín Entralgo el rector nombrado por Ruiz-Giménez, algunos estudiantes de izquierda y falangistas radicales pidieron en enero de 1956 la celebración de un Congreso de Escritores Jóvenes, en el que, como recordó años más tarde Dionisia Ridruejo, «los jóvenes universitarios intercambiaran sus ideas con alguna comodidad, dando ocasión a un diálogo que les esclareciera mejor que a un silencio que les envenenara». Este congreso, apoyado por el propio Ridruejo y por Laín, fue prohibido por el ministro de Gobernación, Blas Pérez, y los estudiantes, entre los que se encontraban Enrique Múgica, Ramón Tamames y Javier Pradera, redactaron un manifiesto, que recogió tres mil firmas, en el que se pedía un sindicato más representativo. Hubo enfrentamientos en la Facultad de Derecho de San Bernardo, con falangistas golpeando a estudiantes, y el 9 de febrero un grupo armado de la Guardia de Franco, que regresaba de la conmemoración del Día del Estudiante Caído, en memoria de Matías Montero, un falangista muerto en unos disturbios en 1934, se enzarzó en una pelea con estudiantes antifranquistas. Uno de los falangistas cayó herido, posiblemente por el disparo accidental de una de las pistolas que llevaban sus compañeros.
La prensa falangista culpó de los
incidentes a agitadores comunistas. En el consejo de ministros que se celebró
al día siguiente, Franco suspendió por tres meses cinco artículos de aquella
seudoconstitución llamada Fuero de los Españoles, cerró la Universidad de
Madrid y cesó a Pedro Laín. Como prueba de que muy pocos asuntos eran para él
más importantes que la caza, se marchó después a una cacería en compañía de
varios ministros
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