Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

FERNANDO SAVATER


Fractal, Andrés Trapiello, p. 264

NOS contaba X que estaba haciendo la mudanza de su casa. Los mozos de cuerda subían y bajaban. Sufría viéndolos arrastrar los pesados muebles, tirando de las sogas a pulso, rompiéndose los riñones. Se cruzó en las escaleras con uno de esos hombres. Cargaba con una gran banasta de mimbre blanco, llena de libros hasta los topes. Siempre que hay de por medio libros y operarios, parece que fuese a suceder un chiste de almanaque.

Al verle tan sudoroso, tan congestionado por el peso de los libros, nuestro amigo le pidió disculpas, no como si fuese culpable de que aquello pesase tanto, sino de haber contribuido a que en el mundo hubiera algunos libros más, para desdicha de los hombres de carga. Así que le dijo:

-Lo siento.

-Nada, en absoluto.

El estibador era un muchachote grande como un armario, con el cuello de un toro y la cara de un niño. El que le dijera que lo sentía debió de tomarlo como una entrada en la conversación. Se detuvo, tiró de la canasta hacia arriba, como si le fuese liviana, y dijo con alegría, de muy buen humor, confidencia por confidencia:

-Peor usted, que habrá tenido que leérselos.


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