La noticia sobre Walter Berglund no
apareció en la prensa local - Patty y él se habían trasladado a Washington dos
años antes, y en Saint Paul ya no contaban para nadie--, pero la aristocracia
urbana de Ramsey Hill no era tan leal a su ciudad como para privarse de leer el
New York Times. Según un largo y nada halagüeño artículo de este periódico,
Walter había arruinado su vida profesional allá en la capital de la nación. Sus
antiguos vecinos tenían ciertas dificultades para conciliar los apelativos que
utilizaba el Times para describirlo ("arrogante», «prepotente»,
«éticamente dudoso») con el rubicundo, risueño y generoso empleado de 3M al que
recordaban pedaleando bajo la nieve de febrero por Surnmit Avenue, camino de la
oficina; resultaba extraño que Walter, más verde que los Verdes y él mismo de
origen rural, tuviera ahora problemas
por actuar en connivencia con la industria del carbón y abusar de la gente del
campo. Aunque, la verdad sea dicha, con los Berglund siempre había habido algo
que no terminaba de encajar.
Walter y Patty fueron los jóvenes
pioneros de Ramsey Hill. los primeros graduados universitarios en comprar una vivienda en Barrier
Street desde que tres décadas antes el antiguo· corazón de Saint Paul se viera
sumido en tiempos difíciles. Compraron su casa victoriana a precio de saldo y
luego, durante diez años, se dejaron la piel reformándola. Ya al principio,
alguien muy decidido le prendió fuego al garaje y forzó un par de veces la cerradura
del coche
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