De viaje a pie, de Josep Pla, p.52
Lo cierto es que en 1936, para dar una fecha,
la clase payesa era la más pobre del país. El obrero industrial vivía muchísimo
mejor. Ahora sucede al revés. Los payeses viven hoy considerablemente mejor,
no sólo por tener el problema de la
comida automáticamente
resuelto, sino porque además todos los productos
que venden tienen una remuneración muy alta. La vida es cara y las convulsiones
políticas, económicas, sociales, tendieron siempre a la valoración de lo
necesario, de lo indispensable en detrimento de lo superfluo, contra lo
que sucede en épocas normales, en que la
abundancia crea el fenómeno contrario.
En Francia -por las noticias que tengo- ha
sucedido un fenómeno igual. Los payeses franceses, los paysans, no sólo
han comido durante los últimos trágicos años, sino que a sus arcas han ido a
parar todas las sucesivas monedas que desde el principio de la guerra se han
producido en el país vecino. Toda catástrofe produce escasez. La escasez coloca los productos de la tierra en
el centro mismo de la vida social. Por este
hecho, los productores agrarios se convienen en la clave de bóveda de la sociedad
entera. Desde 1917, la historia interna de Rusia no es más que una lucha feroz
-a veces larvada, a veces sangrienta entre campesinos y obreros industriales.
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