Te quiero más que a la salvación de mi alma
INCIPIT 240. NEW YORK / HENRY JAMES
John Lennox se comprometió con miss Manan Everett, de Nueva York, el pasado verano durante una estancia de seis semanas en Newport. Mr. Lennox era viudo, no tenía hijos y gozaba de una posición acomodada. Tenía treinta y cinco años, una apariencia bastante distinguida, una educación excelente, una extraordinaria y sólida formación, unas costumbres irreprochables y un carácter que se suponía que había sido puesto a prueba y salido del paso con soltura durante el breve período de su anterior matrimonio. Consideradas todas estas cosas, se pensaba que miss Everett había realizado un buen compromiso y que aquel trato no era, desde luego, algo fácilmente rechazable.
Aunque también miss Everett era, por su parte, una joven dama muy deseable para el matrimonio. La hermosa miss Everett... así se la llamaba para distinguirla de algunas de sus primas de menos encanto con las que, debido a que era huérfana de madre y no tenía más hermanas, se había visto obligada a compartir casi todo, y cabe suponer que el apodo redundaba más en su propía satisfacción, que en la de aquellas otras jovencitas excelentes.
Marían Everett no tenía un centavo, pero poseía la riqueza de todos los encantos que puede desear una mujer. Era, sin discusión y en el entorno en el que vivía y se movía, la joven más encantadora de todas. Ni siquiera la superaban ciertas mujeres mayores que ella, de más experiencia y calibre, que podían actuar con más libertad de movimientos gracias a su condición de mujeres casadas. A pesar de intentar emular los comportamientos de aquellas mujeres, esa especie de hermanas mayores a quienes habían dado toda su libertad, miss
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