Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 291. ILUSTRADO / MIGUEL SYJUCO


Prólogo
«La Pantera ya no acecha entre sombras extranjeras: ha vuelto a casa a descansar. El apropiado epitafio de Crispin Salvador, por petición expresa del difunto, se reduce a su nombre.»
(Fragmento de una necrológica anónima,
The Phiippine Sun, 12 de febrero de 2002)
Cuando su vida, una vida de literatura y exilio, llegó de improviso a término aquella mañana anónima de febrero, el autor daba ya casi por concluido el polémico libro que todos estábamos esperando.
Su cadáver se encontró flotando sobre las aguas del Hudson; un pescador chino lo enganchó con su anzuelo. Los brazos, magullados, los tenía abiertos a un virginal amanecer: como un Cristo, se observó sarcásticamente en un blog de nuestro país. Los calzoncillos, con el elástico raído, y los pantalones Ermenegildo Zegna bajados hasta los tobillos. Había perdido los dos zapatos. Una corona de sangre ornaba su ancha frente, aplastada tal vez por alguna palanca, un pilón del muelle o una placa helada del río.
Aquella tarde, como en un sueño, me planté bajo el frío glacial al otro lado de la cinta policial amarilla que acordonaba la entrada al apartamento del West Village donde había residido mi maestro. Los rumores empezaban ya a circular: el Departamento de Policía de Nueva York había encontrado la casa toda revuelta; agentes vestidos de paisano habían salido de allí cargados con montones de bolsas negras llenas de extraños artículos; los vecinos afirmaban haber oído gritos durante la noche; la abuelita de al lado dijo que su gato se había escondido bajo la cama y se negaba a salir de allí. Era un gato negro, recalcaba.
Los investigadores enseguida declararon que no existían indicios de criminalidad. Tal vez recordéis haber visto el caso en las noticias, aunque dado que se produjo pocos meses después del 11 de Septiembre, su permanencia en los medios de comunica-
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