Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 244. INTRUSO EN EL POLVO / WILLIAM FAULKNER

CAPÍTULO PRIMERO
ERA MEDIODIA JUSTO aquel domingo por la mañana cuando el sheriff llegó a la cárcel con Lucas Beauchamp, aunque todo el pueblo (todo el condado en realidad) sabía ya desde la noche antes que Lucas había matado a un blanco.
Él estaba allí esperando. Era el primero, parándose paseando intentando parecer ocupado o al menos inocente, bajo el cobertizo delante de la cerrada fragua enfrente de la cárcel donde sería menos probable que le viese su tío si o más bien cuando cruzase la plaza hacia la oficina a por el correo de las once.
Porque también él conocía a Lucas Beauchamp.... lo mismo que le conocían claro todos los blancos. Puede que él el que más, salvo quizá Carothers Edmonds, en cuyas tierras vivía Lucas a diecisiete millas del pueblo, porque él había comido una vez en casa de Lucas. A principios de invierno, cuatro años antes; él sólo tenía doce por entonces y había sido así: Edmonds era amigo de su tío; habían sido condiscípulos en la Universidad del Estado, donde había ido su tío tras volver de Harvard y Heidelberg a aprender derecho suficiente para que le eligieran letrado del condado y el día antes había ido Edmonds al pueblo a ver a su tío por cosas del condado y se había quedado a pasar la noche con ellos y de noche cenando Edmonds le había dicho:
—Ven mañana conmigo a los conejos —y luego a su madre—: Volverá mañana por la tarde. Irá un chico con él cuando salga con la escopeta —y luego a él otra vez—: Tiene un buen perro.
—Él tiene un chico —dijo su tío. Y Edmonds dijo:
—Caza también conejos su chico?
Y dijo su tío:
—Prometeremos que no estorbará al tuyo.

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