Contra la España vacía, Sergio del Molino, p. 194
Leopoldo Alas, Clarín, tenía
treinta y un años y fama de crítico literario gruñón cuando publicó su obra
maestra. Le acusaron de plagiar Madame Bovary, aunque se defendió recurriendo a
las atenuantes de homenaje y parafraseo. Es cierto que su Ana Ozores comparte
con Emma Bovary la afición a la lectura, una vivencia esteticista de la
religión e incluso una frustración
sexual digna de toda la atención de Freud, y no es menos cierto que la
Vetusta de Clarín recuerda a la Ruan de Flaubert casi tanto como los prados y
acantilados de Bretaña recuerdan a los de Asturias. La novela francesa lleva el
subtítulo etnológico «Costumbres provincianas». La novela española no viene
subrayada con una aclaración, es La Regenta a secas, pero tiene más claro el
sesgo antropológico, hasta el punto de que se lee como un retrato historicista,
por encima de otros valores más genuinamente literarios. La obra de Flaubert,
en cambio, ha perdido con el tiempo ese aire costumbrista que manifestaba el
subtítulo para hacérsenos más abstracta y existencialista. De Madame Bovary nos
importa, sobre todo, Emma. De La Regenta nos importa, sobre todo, la ciudad de
Vetusta. Esa decantación tan distinta que han sufrido ambos textos debería
hacernos sospechar que Clarín no estaba tomando apuntes del natural, sino
adaptando a su aire el Zeitgeist novelístico que le tocó en suerte, y que vivía
obsesionado, desde Henri Beyle, con la vida de provincias.
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