EMMA ENTRA EN UNA FRASE DE ELIZABETH BISHOP
La lenta caída de la ceniza
Emma tenía miedo de Elisabeth
Bishop. Emma imaginaba a Elizabeth Bishop tumbada desnuda al lado de Marianne Moore
desnuda, con las puntas de sus narices y sus pezones tocándose; y Emma
imaginaba que cada sensación que ambas poetas hubiesen tenido en sus austeras y
espirituales vidas estaba presente en esos dos pezones, justo donde los pezones
se rozaban. La propia Emma era flaca hasta lo etéreo, y la habían admirado por
la traslucidez de su piel. Sus huesos se veían como sombras de árboles, sombras
sin hojas.
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