Contra la España vacía, Sergio del Molino, p. 214
Una democracia liberal no puede
limitarse a los espacios de la corte, lo que los cursis llaman mentideros.
Incluso en un país con un gobierno centralista, el Estado y sus instituciones
-tanto las formales como las informales, tanto las de poder duro como las de
blando-- deben hacerse presentes en todo el país si la nación aspira a ser algo
más que una bandera. El principal logro de la ciudad de provincias es que
funcionaba en red y llegaba a casi todos los ciudadanos, sirviendo de nexo
entre el poder del Leviatán y los rincones más abruptos y lejanos. Una vida provinciana
estable garantiza la integración de los ciudadanos en la normalidad
democrática. Al ser idéntica, es homologable, facilita el entendimiento de
partes dispersas y la circulación rápida de talento e ideas entre las
periferias y hacia el centro. La metáfora adecuada es la del sistema
circulatorio y los movimientos de sístole y diástole del corazón.
La vida de provincias como
reducción a escala de la vida nacional ha sido un elemento indispensable de la
democracia europea, por eso los novelistas del XIX le prestaban tanta atención,
porque intuían que era un rasgo característico de su época, una nota original y
relevante que explicaba el tránsito del antiguo régimen al liberalismo. La vida
de provincias podía ser aburrida, hipócrita, ritual, asfixiante e incluso
autoritaria y corrupta, pero era una vida real sobre la que se podía
intervenir. Las Vetustas etéreas con pirámides poblacionales a punto de
invertirse, con universidades que producen titulados sin futuro y con una fe religiosa
en el dios de la cultura, de quien se espera el milagro de la abundancia si le
rezan muy fuerte con bienales y festivales, están a pocos pasos de deshacerse
en su propia niebla y perderse en las periferias de Guilluy, es decir, en la
oscuridad que no cuenta, que no pertenece al país. Fueron, como el príncipe
Salina, la sal de la tierra, los nodos con los que se tejió la red del Estado, y
ahora pueden no ser nada.
2 comentarios:
el principe salina tenía casa en palermo, en la capital, no era un provinciano, y donnafugata era lugar de veraneo
Bueno, se ve que Palermo es provincia
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