Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

MASCULINIDAD PRECARIA


Madres, padres y demás, Siri Hustvedt, p. 164

Los psicólogos sociales hablan de masculinidad precaria: la idea de que, aunque la feminidad se percibe como un hecho estable e inmutable, la masculinidad debe probarse una y otra vez. La masculinidad no es un estado pasivo. Tener testículos, pene y nuez de Adán no basta. Mantener la masculinidad requiere una acción constante, comer bistecs y no ensalada de rúcula; leer libros escritos por hombres y no por mujeres. Es curioso que el concepto de masculinidad precaria pueda afectar la lectura de literatura, pero así es. Leer ficción escrita por mujeres significa rendirse a la autoridad de una mujer, y muchos hombres heterosexuales descubren su propia valía en el reconocimiento de otros hombres, no de mujeres. La idea de someterse a una mujer, aunque solo sean sus palabras, es repugnante.

Esto no es nada nuevo, pero algo nuevo ha sucedido en el estudio de la literatura. Cuando hice el posgrado de Literatura inglesa a finales de los años setenta y principios de los ochenta, casi todos los profesores y la mayoría de los estudiantes eran hombres. Eso ha cambiado. Como apunta Katherine Binhammer, una académica literaria feminista: «Es importante señalar que el estudio de la literatura se ha feminizado a la vez que se ha devaluado». Feminizarse significa ni más ni menos que hoy en día el número de mujeres que estudian literatura es más elevado que el de los hombres. "En Estados Unidos, otras disciplinas como las matemáticas, la psicología y el derecho han corrido la misma suerte. En cuanto las mujeres entran masivamente en un campo, su prestigio cae en picado.


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