Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 440. UNA HABITACION AJENA / ALICIA GIMENEZ BARTLETT

Creo sentir la misma fascinación por el llamado grupo de Bloomsbury que sienten muchos de mis contemporáneos de cualquier nacionalidad. El motivo se me antoja simple. Al margen de cualquier consideración artística o literaria, ese puñado de intelectuales se anticipó a un sueño que mezcla lo social y lo individual y por el que suspirábamos y siempre suspiraremos la gente que formamos parte de la generación que de algún modo quedó marcada por mayo del 68. Estoy refiriéndome a la libertad. Libertad sexual, de pensamiento, de creación. Libertad en las relaciones humanas. en el modo de vida, en la negación de lo convencional.
Hace tiempo que vengo leyendo casi todo lo que se publica sobre Bloomsbury y sus protagonistas, pero hay que reconocer que el mayor filón informativo, el más directo y fiable lo constituyen los diarios de Virginia Woolf. En ellos se encuentra la esencia,  el meollo, el quid de la cuestión. Nadie como la escritora personaliza el espíritu de Bloomsbury, con todo lo que ello implica de grandeza, belleza, genio. pero también miseria y contradicción. Esa contradicción me interesó siempre. Pareciéndome especialmente esclarecedores de su existencia los pasajes del diario de la Woolf que hacen mención a su relación con sus criadas de toda la vida: Nelly Boxall y Lottie Hope.

Para colmo de incentivos a mi atención quedé pasmada al leer en el diario de Virginia la siguiente entrada correspondiente al 15 de diciembre de 1929: «Si yo no hubiera escrito este diario y un buen día cayera en mis manos, intentaría escribir una novela sobre Nelly, su personaje.

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