Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 415. MEMORIAS DEL CONDADO DE HECATE / EDMUND WILSON

EL HOMBRE QUE MATABA TORTUGAS MORDEDORAS
En la época en que viví en el condado de Hecate, tuve un vecino incómodo, un hombre llamado Asa M. Stryker. Me dijo que antiguamente había enseñado química en alguna  Universidad fuliginosa de Pensilvania, pero a la sazón vivía con el poco dinero  que había tenido «la suerte de heredar». Tuve el presentimiento de que en algún lugar de su pasado se escondía la derrota, la frustración o la deshonra. Era soltero y llevaba la casa con dos sirvientes, una cocinera y un hombre para todo. Nunca supe que recibiera visitas, aunque de cuando en cuando se ausentaba por breve tiempo en las ocasiones en que, según me decía, iba a visitar a sus parientes.

Stryker tenía un pequeño estanque en su finca, y desde el mismo momento en que nos conocimos, su principal tema de conversación eran los patos silvestres que solían frecuentar la alberca. Él los admiraba a su manera aparentemente insensible.  Él los admiraba, observaba sus pintas con todo detenimiento, y los mimaba y protegía como a animales domésticos. De hecho, varias parejas, a las que alimentó durante todo el año, se instalaron permanentemente en el estanque. Con su áspero acento, Stryker llamaba mi atención sobre la suntuosidad de su color castaño; el tono rojizo de sus lomos o pechugas; el brusco contraste entre las tonalidades claras y oscuras; la blancura de los anillos del cuello y el púrpura de las rayas en las alas, como libreas e insignias decorativas de una orden eminente

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