Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

EL ARTISTA COMO OBRA DE ARTE

De Kassel no invita a la lógica de Enrique Vila-Matas, p.178
Había un leve obstáculo para mí en la puerta: Un hombrecillo, un tipo de aire cazurro y edad cercana a la mía, que iba con una gorra a cuadros y se protegía con un paraguas también a cuadros y fumaba un montecristo, lo que me hizo pensar que quizás fuera español y, sin embargo, resultó ser un francés que trabajaba en un despacho de la Renault y era un  enamorado del arte contemporáneo. Venía del Sanatorium cercano y, siguiendo la ruta que iban marcando las señalizaciones de Documenta, se había plantado allí en el restaurante chino, donde al principio no había entendido qué clase de instalación era la que le indicaban que tenía que ver allí.
-Me han instalado a mí -le dije.
-¿Para qué? -preguntó.
-Escucho problemas.
Arqueó una ceja, como si pensara que podía yo ser psicoanalista, o quizás tan sólo un perturbado.
Eso me asustó porque me acordé de un dicho popular que dice que en el origen de los tiempos hubo un malentendido y éste será nuestra perdición. Y porque recordé también que todo lo que sucedía en el mundo lo causaban ese tipo de peligrosos equívocos. El mundo mismo se sustentaba en un malentendido inicial, pensé. Y decidí cortar de raíz el error, fuera el error que fuese.
-Se equivoca -dije.

-Ése es mi problema -contestó inesperadamente-, ése es mi gran problema, me equivoco siempre, y ya no sé adónde ir para que me ayuden a equivocarme menos.

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