Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

11S

De Al límite de Thomas Pyncho, p.350-351
También me ha estado pasando a mí. Veo a gente por la calle que se supone que ha muerto, a veces incluso a personas que sé que estaban en las torres cuando se desmoronaron, que no pueden estar aquí, pero aquí están.
Se quedan mirándose un rato, ahí abajo, en el suelo del bar de la historia, sintiéndose pillados a traición, sin tener claro cómo levantarse y seguir adelante con un día que de repente se ha llenado de agujeros: familia, amigos, amigos de amigos, números de teléfono en el Rolodex que ya no responden ... , la sensación desoladora, algunas mañanas, de que hasta el país mismo ya no está ahí, de que está siendo reemplazado silenciosamente, pantalla tras pantalla, por otra cosa, por una caja de paquetes informáticos impresa, en manos de tipos que mantienen la cabeza fría y los dedos a punto para cliquear.
-Lo siento, Shawn. ¿y qué crees que puede ser?
-Aparte de lo mucho que los echo de menos, no sé. Es sólo esta puta ciudad de mierda; demasiadas caras, que nos vuelven locos a todos. ¿No estaremos presenciando un regreso al por mayor de los muertos?
-¿Preferirías que fuera al detalle?
-He acuerdas de aquel trozo de la grabación de las noticias locales, cuando la primera torre se viene abajo? Una mujer corre por la calle, se mete en una tienda y cierra la puerta, y entonces llega esa terrible nube negra de ceniza y escombros que asuela las calles, y pasa con la fuerza de un vendaval por delante del escaparate ... , ése fue el momento, Maxi. No el momento en que «todo cambió», sino en el que todo se reveló. Nada de una grandiosa iluminación zen, sino una avalancha de tinieblas y muerte. Que nos enseñaba exactamente en qué nos hemos convertido, lo que hemos sido todo el tiempo. -Y eso que hemos sido siempre es ...
-Es que vivimos un tiempo prestado. Y nos ha salido barato.

Sin preocuparnos nunca de quién paga, de quien se está muriendo de hambre en otra partee, esa gente amontonada y aplastada por ahí para que nosotros tengamos comida barata, una casa, un jardín en las afueras…, a escala planetaria más cada día que pasa,  el desquite va preparándose. Y mientras tanto, la única ayuda que recibimos de los medios es el lloriqueo por los muertos inocentes. ¿Sabes una cosa? Todos los muertos son inocentes. No hay ninguno que no lo sea.

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