Los últimos pianos de Siberia, S. Roberts. p. 243
«Mi arma era la música -escribe
Shostakóvich-. Me sentaba al piano y trabajaba, rápida e intensamente. Quería
crear una pieza sobre nuestras vidas, sobre estos días, sobre el pueblo soviético,
que pondría todo de su parte por mor de la victoria.”El estreno mundial de
Leningrado por la orquesta Bolshói de Moscú, que había sido evacuada en
previsión del avance nazi, tuvo lugar en la ciudad de Samara el 5 de marzo de 1942.
Luego llevaron la partitura por vía aérea a Moscú, donde se interpretó tres
semanas después. Avanzada la primavera, la sacaron del país en microfilm, vía
Teherán, El Cairo y Casablanca, por una heroica ruta de evacuación, que se
alargó luego a Londres y Nueva York. Cuando la sinfonía se estrenó en Estados
Unidos, el19 de julio de 1942, Shostakóvich se hizo internacionalmente famoso:
la entusiasta acogida le valió la portada de la revista Time.
Las autoridades soviéticas
comprendieron que la música alcanzaría su máxima fuerza desde el propio
interior de Leningrado, en pleno sitio. Pero solo quedaba allí un conjunto que quizá
fuera capaz de interpretar esa obra enormemente ambiciosa. La mejor orquesta de
la ciudad, la Filarmónica de Leningrado, ya había buscado refugio en
Novosibirsk, Siberia, dejando atrás una alternativa muy deficiente, de mucho
menor fuste. La Orquesta Radiofónica de Leningrado tenía cien miembros antes de
la guerra. En pleno sitio, cuando la orquesta recibió orden de volver a
formarse, la lista de sus miembros resultaba descorazonadora: había numerosos
nombres tachados (cuyo fallecimiento constaba), y otros marcados en rojo para
indicar que iban a ausentarse."' Al primer ensayo acudieron menos de
veinte profesores, de modo que los jefes militares recurrieron a soldados para
completar el número. A finales de junio, la partitura de la sinfonía llegó por
vía aérea a la ciudad sitiada, y la improvisada orquesta -ataviados sus
miembros con ropa vieja o, según cuenta uno de los participantes, “disfrazados de
repollo”- se puso a ensayar como mejor pudo. El percusionista murió camino del
trabajo, los músicos de viento se desmayaban de hambre, y de vez en cuando
había que suspender el ensayo para que los profesores fueran a apagar un
incendio. Cuando por fin se fijó la fecha del estreno, la artillería soviética
se concentró en los cañones alemanes capaces de alcanzar la sala de conciertos
en que tendría lugar el acto, para impedir que los bombardeos nazis sonaran más
fuerte que la música. La ciudad ya tenía emplazados mil setecientos altavoces;
y muchos más se emplazaron al acercarse el momento del estreno, para que la
sinfonía llegase a las líneas alemanas.
Ala luz del atardecer del9 de
agosto de 1942, la hambrienta población de la ciudad mantuvo el silencio
durante uno de los momentos más dramáticos de aquella guerra incomprensible. «Nos
asombró la cantidad de gente, que pudiera haber tanta gente hambrienta de
comida, pero también de música –dijo el trombonista-. Algunos iban trajeados,
otros venían directamente del frente. Casi todos estaban delgados y distróficos.”Cuando
terminó, no solo los leningradenses, sino también los soldados alemanes, oyeron
aplaudir durante media hora, puesto en pie, a un pueblo al que ellos querían
poner de rodillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario