UN CORAZÓN SENCILLO
Durante medio siglo las burguesas
de Pont- l’Eveque envidiaron a la señora Aubain su sirvienta, Félicité.
Por cien francos al año cocinaba
y limpiaba la casa, cosía, lavaba, planchaba, sabia cepillar un caballo, cebar a
las gallinas, batir la mantequilla; y se mantuvo fiel a su ama, que, sin
embargo, no era una persona nada agradable.
Ésta se había casado con un
apuesto joven sin fortuna, que murió a principios de 1809 dejándole dos hijos
muy pequeños y una gran cantidad de deudas. Entonces ella vendió rodas sus
propiedades salvo la granja de Toucques y la de Gelfosses, cuyas rentas ascendían
como máximo a 5.000 francos, y abandonó su casa de Saint-Melaine para irse a
vivir a otra
No hay comentarios:
Publicar un comentario