JORNADAS LIBERTARIAS INTERNACIONALES 1977
De La generación de la democracia / JL Velásquez, J Memba, p.65
EL AUGE DEL ANARQUISMO
El anarquismo en España procedía de una larga tradición que recuperó sus fueros a mediados de los setenta. No tardó en acoger en su seno a los jóvenes cansados de ser carne de cañón en las filas de la IR, deseosos de liberarse de las ataduras que imponía el modelo leninista de partido y ansiosos porque se tomara un poco en serio el valor de la libertad individual, denostada en igual proporción en la mayoría de las organizaciones que se llamaban revolucionarias. En este sentido, destaca la absoluta incomprensión respecto a cuestiones como la sexualidad, la música, las drogas o simplemente los atuendos juveniles. A los ojos censores de los dirigentes revolucionarios, la libertad individual, o, lo más importante, su ejercicio, representaba un peligro y un ejemplo de contagio ideológico burgués. Escuchar punk-rock anglosajón, en lugar de folclore de las distintas nacionalidades, llevar vaqueros y pelo largo, así como fumar porros o ser homosexual, representaba, para estas organizaciones, el colmo del aburguesamiento y el liberalismo.
Después de la legalización de la CNT se ponen de manifiesto los enfrentamientos entre los dos modos de entender la práctica y la militancia anarquista. Por un lado, existe un sector próximo al anarcosindicalismo más tradicional, partidario de encauzar el movimiento desde los centros de trabajo. Por otro, se encuentra una concepción del anarquismo más abierta, que pretende aglutinar no sólo a los trabajadores, sino también a los estudiantes, a las feministas, a los homosexuales y al resto de los grupos marginales (psiquiatrizados en lucha y presos sociales, por ejemplo). El recelo de los viejos militantes y de los dirigentes sindicales hacia esos grupos era muy fuerte, olvidando que este anarquismo disperso era la mejor baza para una renovación del movimiento no sólo ideológica. Pero, a pesar de las muchas contradicciones que encerraba, el movimiento anarquista se convirtió en refugio de los jóvenes desencantados y todavía atraídos, de alguna manera, por las reivindicaciones radicales y por el discurso de la revolución. El espacio anarquista era un teatro de operaciones donde podía ocurrir lo mejor y lo peor, donde la ausencia de una disciplina rígida era el máximo regalo.
No cabe duda de que si hubo una ideología por la que se decantó mayoritariamente la Generación del 77, ésa fue el anarquismo. Para el poder, los ácratas no eran más que una panda de drogados, y la gente «normal» seguía creyendo que habían dejado de existir después de la guerra Sin embargo, la participación multitudinaria en las jornadas libertarias de aquel verano dio fe del resurgir anarquista que se estaba empezando a detectar desde el agarrotamiento de Puig Antich. La aspiración revolucionaria que conmoviera a Orwell cuarenta años antes se mantenía viva en la Cataluña de 1977 por el impulso de la juventud. En un ambiente sin horarios ni alguaciles, claramente festivo —puesto que la revolución es la auténtica fiesta de los oprimidos—, los jóyenes militantes de la CNT, la organizadora de las jornadas, o de Mujeres Libres, debatieron animada- — mente en el Salón Diana con García Rúa, Cipriano 67 Damiano, López Campillo y algunos otros destaca- dos anarquistas, como Dany Cohn-Bendit. Los miembros irreductibles de la Generacion del 68 se- guían siendo los mentores de sus «hermanos pequeños». Allí se habló de la lucha de los homosexuales, de expansionar la conciencia programada por el sistema de enseñanza obligatorio mediante el uso de alucinógenos, y de la diferencia latente entre ácratas y anarcosindicalistas. También se puso de manifiesto la capacidad del pensamiento ácrata para cuestionar la hegemonía marxista en la izquierda cultural, así como para presentar alternativas concretas al comunismo real en problemas como el que planteaba el Estado o la autogestión. Se habló, por supuesto, de asambleísmo, y se llegaron a apuntar las conexiones existentes entre la ecología, la libertad sexual y la transformación social revolucionaria de signo libertario.
1 comentario:
Muy interesante, la verdad. El anarquismo en España fue históricamente un movimiento de gran calado.¿Qué queda de todo eso que, al parecer, se vivió en torno al 77? Cierto es que existe un movimiento ácrata, pero(en mi humilde opinión) con escasa implantación social ¿En el libro se llega al momento actual?
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