De Ventajas de viajar en tren de Antonio Orejudo
Aparcó cerca de la biblioteca y halló sin dificultad el acceso a los anaqueles. La signatura DP estaba ubicada en el tercer piso, y allí se encaminó por una escalera interior. Las inmensas estanterías metálicas, repletas de volúmenes, dibujaban estrechos pasadizos desiertos y oscuros por los que de cuando en cuando Helga se tropezaba con algún estudiante. El sistema de catalogación por la CDU no tiene pérdida; en seguida localizó la serie 233 de la signatura DP, y sólo tuvo que seguir el orden alfabético para dar con DP 233.B7.C9. El volumen Cio, el que debía tomar en sus manos quien llegara primero, no estaba. Instintivamente se volvió, pero a su espalda no había nadie. Ni a su derecha. Ni a su izquierda. Se encontraba en medio de un largo pasillo, sola. De pronto se apoderó de ella una angustiosa sensación de opresión; libros delante, libros detrás, libros arriba, libros abajo, y necesitó salir, respirar aire puro. Logró contenerse, no obstante, y esperar. Era posible que Fat hubiera llegado antes que ella, hubiese cogido el volumen y estuviera dando una vuelta por la biblioteca, podía ser estudiante de Stony Brook. Era posible también que el libro hubiera sido tomado en préstamo por otra persona, en cuyo caso Fat llegaría a ese mismo punto a la hora acordada. Pasaban cinco minutos de las cinco de la tarde. Repentinamente Helga Pato tuvo la sensación de estar siendo observada.
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