Te quiero más que a la salvación de mi alma
INCIPIT 39. EL PARECIDO / ALVARO POMBO
Pie jesu Domine, dona eis requiem; dona eis requiem sempiternam. Doña María estaba más guapa que nunca en aquella ocasión. Aquella espalda -desde nuestros sitios sólo veíamos su espalda- elocuente. A juzgar por la espalda, parecía haberse recobrado. ¿Quién sabe qué celeste rehabilitación de Jaime cabría, a su juicio, allá en la muerte? Doña María en pie, arrodillada, en pie, a compás de aquella Misa y Música, como una legislacion pura, independiente, sobebiamente inaplicable. Dies magna et amara valde. Todos vimos cómo descendía muy deprisa del coche. Ella misma eficazmente abrió laportesuela, sin esperar al chófer. Urgencia estatal en todos los detalles de aquel precipitado protocolo mortuorio (El accidente había tenido lugar dos d´´ias antes) ¿Quién habrá seleccionado el Requiem? -el Requiem de Fauré, precisamente. ¿De dónde provendría -de provincias, quizá- la Escolanía quella, aquella Schola Cantorum de San Epifanio, mártir? Cuando la mayoría llegó, ya habían llegado. casi 50 niños y no niños. Provistos de sus propios bocadillos, desayunaron en el bar de enfrente. El propio Conde de San Pedro había venido de Bruselas.
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