Te quiero más que a la salvación de mi alma
INCIPIT 38. GUARDA Y TUTELA / HENRY JAMES
Roger Lawrence había ido a la ciudad con el propósito de llevar a cabo un acto concreto, peor a medidad que se acercaba la hora de la acción, sentía cómo su fervor se desvanecía súbitamente. En realidad, desde el principio había sentido poco de ese fervor que nace de la esperanza, tan poco que, mientras viajaba inmerso en el traqueteo del tren, no pudo evitar sorprenderse al verse a sí mismo envuelto en semejante empresa. Pero, a falta de esepranza, podría decirse que se sostení apor la desesperación. Fracasaría, estaba seguro, pero debía volver a fallar antes de rendirse. Entretanto estaba más que impaciente. Por la tarde, después de vagar sin rumbo por las calles durante un par de horas sumido en la fría oscuridad de diciembre, llegó al hotel. Subió a su habitación y se cambió, con un sentimiento d eamargura, pero a la vez de cierta satisfacción, por haberse otorgado a sí mismo el palomo de apasionado pretendiente. Tenía 29 años. Era un hombre sano y fuerte, de buen corazón, y un gebio, al menos en cuanto a sentido común; su rostro reflejaba juventud, ternura y cordura, pero no muchos más atributos. tenía una complexión tan lozaba que casi resultaba absurda en un hombre de su edad, un efecto más bien acentuado por una calvicie parcial precoz.
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