JOSEPH CONRAD
La tendencia que hoy por lo general estamos habituados a ver premiada es la que menos elabora; de modo que el autor de Chance, en esta muestra, reúne toda suerte de méritos. Reúne al menos dos: el coraje de invertir absolutamente el procedimiento más acreditado, y, aparte, entendemos, el de cumplir la maniobra saludando con el aplauso. Actualmente, no es frecuente que una construcción depurada reciba los aplausos, pero Mr. Conrad ha conseguido que la suya logre ese milagro. .., salvo, por cierto, en la medida en que el milagro ha sido una cosa y el éxito otra.[…]
El procedimiento ha sido, en la medida en que tres palabras pueden aquí ser útiles, el de multiplicar sus creadores, o, como nos gusta decir ahora, sus narradores, haciéndolos casi más numerosos y muy categóricamente más esenciales que las criaturas y la narración misma, en las cuales, por la ley general de la literatura de ficción, esperamos que se pierdan tales agentes. Es ley general de la literatura de ficción que demos por sentado un autor primero, y tanto lo damos por sentado, que vamos olvidando a medida que va obrando sobre nosotros, y en realidad obra más sobre nosotros haciendo que lo olvidemos.
El primer cuidado de Mr.C, por el contrario, es colocar o establecer expresamente un recitador, una primera persona singular claramente responsable interpuesta, en posesión de fuentes infinitas de información, quien inmediatamente procede a establecer otro, con el propósito de que este otro vuelva a cumplir con la práctica, y de que aun en ese puente que lleva hasta la criatura o, con otras palabras, hasta la situación o el asunto, la cosa “contada” pueda, si se le ocurre una y otra vez más deleitarse en un corte. Resulta fácil ver lo heroico que llega a ser emprender una fusión eficaz en tales condiciones, fusión entre lo que hemos de saber y ese prodigio de que sepamos que siempre es la mitad de la belleza de la atmósfera de autenticidad; desde el momento que los relatores se van multiplicando, así el tono d cada uno, especialmente tal como lo “transmite” su recurso en la serie, se convierte para el primero de todos los poetas en un problema enorme, pues esos tonos circunferenciales no sólo tienen que ser notas individualmente separadas, sino que tiene que mantenerse tan distintos de los otros , del central, de las numerosas y diversas voces de los agentes propiamente tales, de los que expresan la acción misma y en quienes reside la objetividad. […]
Chance es un ejemplo de objetividad, la más preciada de las metas, no sólo amenazada sino decididamente comprometida; por lo cual nos hallamos en presencia de algo de lo más extraño, una falta general y difusa de autenticidad que un número excesivo de lectores corrientes (puesto que siempre se requiere ésta y éstos para explicar alentadoramente las “ediciones”) no sólo ha perdonado, sino que ha alabado enfáticamente. Unicamente pueden haberlo hecho seducidos por algún otro tipo de autenticidad, sin duda, que les parece igualmente si no más admirable, que con la mano izquierda devuelve lo que la derecha ha quitado, por más que lo haya hecho con una gracia disimulada. Lo que la mano izquierda de Mr.C devuelve entonces es simplemente a Mr.C mismo. […]
MR.HJ
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