Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.361. MATEO PERDIO EL EMPLEO / GONÇALO M. TAVARES


AARONSON Y LA PRIMERA ROTONDA

Aaronson no siempre estuvo muerto.

De hecho, durante un cierto periodo, Aaronson fue, sin exagerar, un ser vivo.

Entre los veintisiete y los treinta años, Aaronson circulaba -como un insecto obcecado- alrededor de una rotonda.

Todas las mañanas, entre las siete y las siete y media, se veía a un hombre circundar la rotonda principal de la ciudad, rotonda en la que desembocaba el sesenta por ciento del tráfico.

A las siete de la mañana, el humo de los automóviles era menor que al final de la tarde; sin embargo, incluso así, había humo, metal y, también, la velocidad de algunos automóviles. Y allí, en medio de todo, jugándose la vida, un hombre daba cientos de vueltas a la rotonda. Aaronson.

Cualquier hábito, la repetición de cualquier acto por más absurdo que sea, se asume rápidamente


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