Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

Menos que cero


Los destrozos, BE Ellis, p. 308

Miré la botella casi vacía de Smirnoff en la mesilla de noche, la pipa amarilla junto a la bolsa de hierba y el frasco de Valium con su contenido mermado y tomé una resolución en mi interior: a  la mierda el miedo. Estaba exhausto de tener miedo. Adiós a la hierba, adiós al Valium, el mínimo de alcohol posible y solo los fines de semana. Programaría el despertador y me despertaría a una hora estipulada y me masturbaría pensando en Richard Gere, Dennis Quaid, Hart Bochner, David Naughton o cualquier estrella de cine que estuviese en mi radar en ese momento, pero nunca más con Matt Kellner ni con Ryan Vaughn, y luego haría ejercicio antes de ir al colegio, levantaría pesas, nadaría unos largos o correría en la cinta, y después me ducharía, me pondría el uniforme, le diría a Rosa que me preparase algo saludable para el desayuno, y mientras esperaba en la cocina echaría un vistazo a la cartelera de Los Angeles Times y elaboraría una lista de nuevas películas que quisiera ver, los cines y los horarios, e ignoraría cualquier noticia sobre el Arrastrero. Iría en coche a Buckley, llegaría temprano, sonreiría a todo el mundo, besaría en los labios a Debbie cuando la viese en el aparcamiento o  esperándome en el banco bajo la torre del campanario, recitaría el Juramento de Lealtad y la Oración de Buckley, correría unas vueltas en la pista de atletismo, jugaría al tenis con Thom, leería a Joan Didion en las gradas y pensaría con calma en mi novela, almorzaría con el grupo en la mesa central junto al Pabellón, participaría en las conversaciones -se acabaron los silencios de escritor- y me concentraría en las clases de la tarde, tomaría mejores apuntes y haría preguntas, volvería en coche a Mulholland y terminaría todas las lecturas y los deberes antes de ponerme a trabajar en Menos que cero, a lo mejor me daría tiempo a ver alguna película en el Z Channel y luego me iría a las once a la cama y dormiría toda la noche de un tirón sin problema porque estaba ahuyentando de mi mente todos los traumas superfluos.


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