Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

FEMINISMO


Testo yonqui, PB Preciado, p. 156

El feminismo podía haber promulgado como método anticonceptivo la masturbación técnica obligatoria, la huelga sexual de las mujeres heterosexuales y fértiles, el lesbianismo masivo, la ligadura de trompas obligatoria desde la adolescencia, el aborto libre y gratuito, incluso el infanticidio, si fuera necesario. Un escenario aún más prometedor: era posible, desde un punto de vista biotecnológico, haber exigido la administración a todas las mujeres en edad gestante de una microdosis mensual de testosterona como método al mismo tiempo anticonceptivo y de regulación política del género. Esta medida hubiera terminado de una vez con la diferencia sexual y con la hegemonía heterosexual. Eso no significa que las cis-mujeres (testosteronadas) no seguirían follando con los cis-hombres, sino que esa práctica no podría continuar siendo interpretada como meramente heterosexual. No tendría ningún fin reproductivo; además, no sería el encuentro sexual entre dos personas de sexo opuesto, sino más bien sexo gay con posibilidad de penetración vaginal. Más aún, el feminismo de posguerra podía haberse interesado por la gestión del cuerpo de los cis-hombres: haber declarado de interés nacional la castración, la homosexualidad, el uso obligatorio del preservativo, la obturación de los canales seminales, la administración generalizada de una androcura ( que disminuye la producción de testosterona en los cis-hombres), etc. Había, efectivamente, buenas soluciones, pero el feminismo liberal hizo un pacto diabólico con el sistema farmacopornográfico.


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