Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

MUJER ES


Mujer es sangrar, Barbara Ferris, pp. 12
“Mujer” es una identidad flexible, viajera, que recala en varios puertos que se corresponden con estados fisiológicos distintivos. Está la mujer que aún no sangra, la mujer que sangra, la mujer que deja de sangrar temporalmente, la mujer que ya no sangra y la que no sangrará nunca, que siempre es aún. La mujer que aún no sangra es la que recibe el peso de la cultura en bruto, el discurso con el que habrá de interpretar los cambios venideros, esto es, el género. Un patio de colegio en el que distinguimos a los niños de las niñas no por sus cuerpos, que son insexables, sino por su ropa, su corte de pelo, sus juguetes y el uso simbólico del espacio demuestra que los roles de género se aprenden antes de que los caracteres secundarios nos diferencien y con el objetivo de fijar una lectura asimétrica y normativa de dichas diferencias. Pero las diferencias existen, como materialización o como promesa que gravita. La mujer en periodo fértil que recorre las cuatro fases de su ciclo menstrual es, en cada una de ellas, consciente de la transitoriedad de su estado, tanto como la mujer transexual antes, durante o después de su transición, como la niña sin desarrollar que se mira en su madre -comparta o no sus características cromosomáticas, lo que incluye a lxs intersexuales que han sido criadxs como mujeres-, y como la madre que se mira en la abuela, que ya no sangra por motivos distintos por los que dejan de sangrar las gestantes, que volverán a hacerlo, o con eso cuentan. Es este eterno estar al borde del cambio, en el precipicio, lo que constituye la identidad femenina, que ha sido patologizada y medicalizada por una cultura que define la norma en términos de estabilidad y coherencia. Como dijo Erika Irusta, no estamos locas, somos cíclicas. La locura es el terreno de la mujer que no se conoce ni entiende, la mujer que se niega porque niega la radical diferencia de su experiencia corpórea y la acción feminista no puede, no debe negarla también. Nuestra supervivencia implica una reinvención de los discursos que significan nuestra identidad estacionaria y un activismo orientado a demoler las instituciones que exigen una mutilación del ser para poder estar. Los sistemas de producción capitalista, las empresas farmacéuticas que diseñan hormonas sintéticas y lxs ginecólogxs que nos medican desde la adolescencia para que camuflemos las señales de un cuerpo que se duele por el maltrato sistémico al que es sometido son lxs principales enemigxs a lxs que nos enfrentamos.

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