Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

NIETZSCHE

Academia Zaratustra, Juan Bonilla, p. 22
La lectura de los diarios clínicos redactados durante las estancias de Nietzsche en los manicomios de Basilea y Jena nos sobrecogen no solo como lo haría cualquier lectura parecida en la que de manera telegráfica se nos detallase por medio de anécdotas lamentables el proceso de descomposición de la cordura de cualquier persona, sino también como signo definitivo de la derrota sin paliativos, el desmoronamiento brutal de alguien que creyó haberle propuesto al mundo una salvación sin obtener a cambio otra cosa que su propia destrucción.

Leemos en los diarios clínicos de Nietzsche que se embadurnaba con sus propios excrementos, que se bebía su orina, que se creía emperador o aseguraba que él iba a gobernar el mundo o prometía a los demás pacientes del sanatorio que al día siguiente iba a proporcionarles una mañana de clima magnífico, y tratamos de relacionar a ese pobre enfermo con el hombre impetuoso que escribió «Solo amo lo que ha sido escrito con sangre», el que nos aleccionaba para que no admitiéramos nunca una verdad que no viniese acompañada por lo menos de una alegría (de una carcajada según otras traducciones), el que se confesaba incapaz de creer en ningún dios que no supiese bailar, el que decretó en fin la muerte de Dios y se esperanzaba con el advenimiento de una nueva criatura que fuera para el hombre lo que el hombre era para el mono.

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