Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 947. JERUSALEN / GONÇALO M. TAVARES

ERNST Y MYLIA
Ernst Spengler estaba solo en su buhardilla con la ventana ya abierta, listo para tirarse, cuando de pronto sonó el teléfono. U na vez, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, Ernst lo cogió.
Mylia vivía en la primera planta del número 77 de la calle Moltke. Sentada en una incómoda silla, pensaba en las palabras fundamentales de su vida. Dolor, pensó, dolor era una palabra esencial.
La habían operado una vez, y luego otra, cuatro veces la habían operado. Y ahora esto. Aquel ruido en el centro del cuerpo, en el meollo. Estar enfermo era una forma de ejercitar la resistencia al dolor o la voluntad de acercarse a un dios cualquiera. Mylia murmuró:
-La iglesia está cerrada de noche.

Cuatro de la mañana del dia 29 de mayo, y Mylia no logra dormir. El dolor constante procedente del estómago, o tal vez de más abajo, ¿de dónde viene exactamente este dolor tan  ancho, que no pertenece a un solo punto? Quizá de la parte inferior del estómago, del vientre. Lo cierto es que eran las cuatro de la mañana y aún no había descansado ni un minuto. ¿Cerrar los ojos cuando se teme morir?

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