Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JAMESIANA

De El cerco de Londres de Henry James, p.60
-Depende de lo que haya querido decir con ello. -A Waterville le gustaba encontrarles diversos sentidos a las cosas.
-¡Cuanto más quisiera decir con ello, menos debiera decirlo! -declaró Littlemore.

Sin embargo, volvió al Hotel Meurice, y en la siguiente ocasión llevó a Waterville con él. El secretario de Legación, que no estaba acostumbrado a tratar con damas de tal ambigüedad, estaba dispuesto a considerar a la señora Headway como representante de una clase muy curiosa. Temía que pudiera ser muy peligrosa; pero, en términos generales, se sintió seguro. El objeto de su devoción en aquel momento era su país, o por lo menos el Departamento de  Estado; no tenía ninguna intención de dejarse desviar de esa lealtad. Además, él tenía su propio ideal de mujer atractiva: una persona de tono mucho más suave que esta brillante, sonriente, susurrante charlatana hija de los Territorios. La mujer que a él le gustaría sería reposada, con cierto gusto por la intimidad; a veces le gustaría dejarlo solo. La señora Headway hada alusiones personales, familiares, íntimas; siempre estaba suplicando o acusando, pidiendo explicaciones y promesas, diciendo cosas a las que uno tenía que contestar. Todo ello acompañado de mil sonrisas y atenciones y otras gracias naturales, pero el efecto general era algo fatigoso. Tenía sin duda un gran encanto, un deseo inmenso de complacer, y una maravillosa colección de vestidos y chucherías; pero estaba impaciente y preocupada, y era imposible que otras personas compartieran su impaciencia. Si bien era cierto que ella quería entrar en la alta sociedad, también lo era que no había ninguna razón para que sus visitantes solteros desearan verla allí; porque era precisamente la ausencia de los estorbos sociales habituales lo que hacía tan atractivo su salón. No cabía duda de que era varias mujeres en una, y que debería contentarse con esa especie de victoria numérica.   Littlemore le dijo a Waterville que era una torpeza por parte de ella desear escalar las alturas; debería saber cuánto mejor estaba en su lugar, más bajo. Parecía que la actitud de la señora Headway le irritaba vagamente. Incluso en sus agitados intentos de autoeducarse, se había convertido en una gran crítica, y manejaba muchas de las maneras de la época con un toque libre y atrevido.

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