Entonces, el 23 de febrero de 1981, veinte días después de tu trigésimo cuarto cumpleaños, justo a los cuatro días de su vigésimo sexto aniversario, llegaste a conocerla, te presentaron a la Única, a la mujer que ha estado contigo desde aquella noche de hace treinta años, tu esposa, el gran amor que te asaltó por sorpresa cuando menos lo esperabas, y durante las primeras semanas que estuvisteis juntos, cuando pasabais en la cama buena parte del tiempo, iniciasteis un ritual de leeros cuentos de hadas el uno al otro, algo que seguisteis haciendo hasta que nació vuestra hija seis años después, y enseguida descubristeis el íntimo placer de leeros el uno al otro, con tu mujer escribiendo un largo poema en prosa titulado Leer para ti, cuya decimocuarta y última parte evoca el desigual latir de tu corazón.
De Diario de invierno, p.107
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