De Intrusos y huéspedes, de Luis Magrinyá p.64-65
Yo siempre les digo a los alumnos, medio en broma, pero intentando que lo capten, que Gualterio es como una sublimación del perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Trato de que «encuentren» ese «sentimiento» de prevención y suspicacia que no tan raramente aparece cuando el deseo se impregna de obligación, cuando uno se da cuenta de que, al satisfacer un deseo propio, está satisfaciendo también el deseo de otros... y de otros precisamente cuyo deseo no está interesado en satisfacer. Trato de que «sientan» esa tremenda desilusión que se sigue de no saber de quién son realmente los propios deseos, y por cuenta de quién está realmente uno actuando cuando cree que actúa libremente
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