De Ultimas sesiones con Marylin, p.322
“Sus Lecciones de introducción: ¡menudo genio! Lo hace todo fácilmente accesible. Y tiene mucha razón. Reconoce que Shakespeare o Dostoyevski entendían mejor la psicología que todos los sabios juntos. Por supuesto. Así es. Wilder, Billy Wilder, me hizo decir una cosa en Con faldas y a lo loco: “Yo no soy el profesor Freud!”. ¿Recuerda la escena en que Tony Curtis simulaba ser asexuado o impotente y que no sentía nada cuando yo lo abrazaba? Decía: “Lo he intentado todo. Pasé seis meses en Viena con el profesor Freud pegado a la espalda. Nada que hacer”. Yo lo abrazaba, una vez, dos. A la tercera le decía: No soy el profesor Freud, pero lo voy a intentar de nuevo”. El psicoanálisis está muy bien; pero el amor, el de verdad, el que hacemos con la boca, las manos y el sexo, tampoco está mal para salir del hielo, de la muerte. Billy lo había entendido así.
“Me dijo que leyera el monólogo mental de Molly Bloom. Mientras lo hacía, había algo que me aburría. Joyce escribe lo que una mujer piensa de sí misma. ¿Era capaz? ¿Podía realmente conocer sus pensamientos más íntimos? Pero cuando acabé de leer el libro, lo entendí todo mejor. Joyce era un artista que podía penetrar el alma de las personas, hombres o mujeres. No tiene la menor importancia que Joyce tuviera o no tuviera pechos u otros atributos femeninos, ni que sufriera los dolores menstruales”
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