Te quiero más que a la salvación de mi alma

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Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

2666 y GALICIA

Bolaño descubre el ´Testamento geométrico´
El escritor chileno convierte en un ´ready made´, al modo de Duchamp, el libro del gallego Dieste en su obra póstuma, ´2666´.
Isabel Bugallal / A Coruña
Espinosa salió al patio trasero y vio un libro que colgaba de una cuerda para tender la ropa. No se quiso acercar para ver de qué libro se trataba, pero cuando volvió a entrar en la casa le preguntó a Amalfitano por él.
-Es el Testamento geométri-
co, de Rafael Dieste -dijo Amalfitano-.
-Rafael Dieste, un poeta gallego -dijo Espinosa-.
-Ese mismo -dijo Amalfitano-, pero éste no es un libro de poesía sino de geometría, las cosas que se le ocurrieron a Dieste mientras ejerció como profesor de instituto.
Así llega el Testamento geométrico de Dieste a 2666, la monumental obra póstuma de Rafael Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003), considerada la mejor del autor chileno y una obra maestra indiscutible, a juicio de muchos críticos.
2666 (Anagrama, octubre de 2004), que con 1.125 páginas, va ya por su tercera edición, está dividida en cinco partes, aparentemente independientes, y es en la segunda, La parte de Amalfitano, donde Bolaño descubre el Testamento geométrico.
El profesor Amalfitano había dejado Barcelona para impartir clases en la universidad mexicana de Santa Teresa -trasunto de Ciudad Juárez-, "un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento", como diría Bolaño con palabras de Baudelaire, pues allí se suceden repugnantes crímenes de mujeres.
Amalfitano era experto en Benno von Archimboldi, un enigmático escritor alemán del que son devotos el español Espinosa, el francés Pelletier y la británica Liza Norton, los personajes que pueblan La parte del los críticos, con que se abre la novela.
Esa devoción, precisamente, los lleva a los tres a viajar al desierto de Sonora en busca del escurridizo Archimboldi, al que había traducido durante su breve exilio argentino el profesor Amalfitano, quien ahora vive con su hija Rosa en Santa Teresa después de que la madre de ésta los abandonase en Barcelona.
"Una tarde, Amalfitano salió al patio en mangas de camisa como un señor feudal sale a caballo a contemplar la magnitud de sus territorios. Antes había estado tirado en el suelo de su estudio abriendo cajas de libros con un cuchillo de cocina y entre éstos había encontrado uno muy extraño que no recordaba haber comprado jamás y que tampoco recordaba que nadie le hubiera regalado. El libro en cuestión era el Testamento geométrico de Rafael Dieste, publicado por Ediciones del Castro en La Coruña, en 1975, un libro evidentemente sobre geometría, una disciplina que Amalfitano apenas conocía, dividido en tres partes, la primera una Introducción a Euclides, Lobatchevski y Riemann, la segunda dedicada a Los movimientos en geometría, y la tercera parte titulada Tres demostraciones del V postulado, sin duda la más enigmática pues Amalfitano no tenía idea de qué era el V postulado (...)".
Amalfitano leyó que la edición era un homenaje a Dieste de Ramón Baltar Domínguez, Isaac Díaz Pardo, Felipe Fernández Armesto, Fermín Fernández Armesto, Francisco Fernández del Riego, Álvaro Gil Varela, Domingo García Sabell, Valentín Paz Andrade y Luís Seoane.
Y descubrió en las solapas del volumen más sobre la vida y obra de Dieste, incluso indagó en la biblioteca de la universidad. Y conjeturó que el libro era el homenaje de sus colegas de universidad, quizá ya jubilados algunos, pero "profundamente solitarios" y "profundamente autosuficientes", que se reunían "en el casino de La Coruña para beber un buen coñac o un whisky y hablar de intrigas y de queridas mientras sus mujeres o, en el caso de los viudos, sus criadas estaban sentadas delante de la tele o preparando la cena".
Para Amalfitano seguía siendo un enigma la aparición del Testamento geométrico en una de las cajas de libros que había enviado desde Barcelona cuando reparó en la etiqueta, en la que se leía Librería Follas Novas, Montero Ríos, 37, Santiago. Pero "nunca, ni en sueños, había estado en Santiago de Compostela".
Después fue al prólogo, de García Sabell -La intuición iluminada-, y se quedó sorprendido de que citase a Heidegger, pues Amalfitano -chileno, como Bolaño- desconocía la formación alemana de García Sabell.
Y después de un pormenorizado examen del libro, decidió colgarlo en el tendal. "La idea, por supuesto, era de Duchamp", reconoce, que en 1919 había dado "instrucciones de cómo colgar un libro de geometría de la ventana de su apartamento con un cordel", para ver si aprendía "cuatro cosas de la vida".
Amalfitano hizo suya la idea del artista francés -cuyo urinario se convirtió en la obra más importante del siglo XX- y dejó el libro de geometría colgado a la intemperie "para ver si aprende cuatro cosas". Desde entonces, "por las mañanas, cuando entraba en la cocina
y dejaba su taza de café en el frega-
dero, hacía su visita obligada al libro de Dieste..."

1 comentario:

Fauve, la petite sauvage dijo...

Cierto, lo estoy leyendo y doy fe ;-)

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