Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INICPIT 1.563. PASTICHES DE MARCELPROUST


EN UNA NOVELA DE HONORÉ DE BALZAC

En uno de los últimos meses del año 1907, durante uno de esos routs de la marquesa de Espard que por entonces congregaba a la élite de la aristocracia parisina (la más elegante de Europa, al decir de monsieur de Talleyrand, ese Roger Bacon de la naturaleza social, que fue obispo y príncipe de Bénévent), De Marsay y Rastignac, el conde Félix de Vandenesse, los duques de Rbétore y de Grandlieu, el conde Adam Laginski, madame Octave de Camps y lord Dudley rodeaban a la princesa de Cadignan, sin atizar por ello los celos de la marquesa.

¿No es, en efecto, una de las grandezas de la señora de la casa -esta carmelita del éxito mundano- que deba inmolar su coquetería, su orgullo, su amor incluso, a la necesidad de crear un salón donde sus rivales serán en ocasiones su más excitante adorno? ¿No es en eso igual a una santa? ¿No merece ella su parte, adquirida con tanto esfuerzo, del paraíso social?

La marquesa-una De Blamont-Chauvry, emparentada con los Navarreins, los Lenoncourt, los Chaulieu- rendía a cada recién llegado la mano que Desplein, el sabio más grande de nuestra época, sin exceptuar a Claude Bernard, y que fue discípulo de Lavater, declaró la más profundamente calculada que había tenido ocasión de examinar.


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