Había previsto empezar esta nota con dos o tres citas sobre la familia, pero tuve la mala idea de confiarme a una aplicación de inteligencia artificial para encontrarlas y el resultado no fue el esperado. O eran panegíricos edulcorados o se pasaban de frenada por el lado negativo o caían en la insulsez académica o en el misticismo. Y no fue una solución tentar al algoritmo con escritores concretos. Cuando había conseguido una gavilla a mi gusto, al hacer la búsqueda inversa para asegurarme de que cada cita provenía efectivamente del autor referenciado, resultó que todas eran falsas o al menos no literales.
A decir verdad, me alegro de que haya sido así. Escribir de
la familia a menudo es visto con recelo – más aún cuando se trata de la
propia–, y es natural que, puestos en la tesitura, busquemos el amparo de unas
palabras legitimadoras. Sin embargo, ¿no representaría en cierto modo una
rendición?
La familia es el territorio de la memoria. Memoria de sí
misma y del mundo que la contiene. Memoria en construcción y no siempre fiable,
donde el amor y el conflicto confluyen.

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