Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DANTE


La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 250

El primer gran lector de la Comedia es el propio Dante. En la segunda parte de su Epístola XIII, escrita en latín en homenaje a su mecenas, Cangrande I, señor de Verana -en cuya ciudad se refugia entre 1313 y 1318 ya quien dedica el Paraíso--, él mismo nos dice cómo interpretarla. Como afirma Charles S. Singleton en La Commedia de Dante. Elementos de su estructura (1977), el poeta sigue la pauta del pensador escolástico Hugo de San Víctor, según la cual no existe un solo mundo, sino dos: «El visible, desde luego, es este universo físico que vemos con los ojos y con nuestro cuerpo, y el invisible es el corazón del hombre que no puede verse». A partir de esta dualidad, Dante nos explica que, para comprender su obra, es necesario pasar por seis accesus o puertas: el tema (subjectum), el autor (agens), la forma (forma), el objetivo (finis), el título (titulus libri) y el género (genus philosophiae). Dante nos revela asimismo que la Comedia puede ser leída según las mismas estrategias que admite la Escritura: la interpretación literal y la alegórica, moral o anagógica. Según la primera, su libro narra el viaje de las almas después de la muerte, mientras la segunda cuenta el “viaje interior del hombre que, por sus méritos y deméritos, y a causa de su libre albedrío, está sujeto al premio y al castigo de la justicia», como resume Julián Barenstein en su introducción a la EpístolaXIII(2018). Dante pone en escena, así, el carácter dual de cualquier ficción.


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