Otra vez
1. En 1990, una mujer que
entonces me era cercana remitió una solicitud a Maurice Blanchot para una
revista que ella editaba. La respuesta le llegó en forma de dos cartas: una,
manuscrita y personal, la otra, mecanografiada y pública. Yo traduje esta
última (bajo pseudónimo) para la revista en cuestión. Empezaba así: «Estimada
señora, disculpe que le responda con una carta. Leyendo la suya, donde me
solicita un texto para ser incluido en el número de una revista universitaria
americana (Yale) con el tema "La literatura y la cuestión ética",
sentí miedo, casi desesperación. "Otra vez, otra vez", me dije. No es
que pretenda haber agotado un tema inagotable, al contrario, tengo la certeza
de que ese tema vuelve a mí porque es intratable»!
2. Un tema intratable que vuelve
a mí. También podríamos verlo corno una pedrada en la cabeza que me noquea, que
me deja atontado. Ni siquiera había empezado y ya estaba exhausto. De nuevo
Blanchot: «Querer escribir, menudo absurdo: escribir es la degradación de la
voluntad».
3. Fue a principios de 2021,
cuando Europa salía a duras penas del Covid. Un amigo me pidió que escribiera
sobre Babyn Yar. «¿Por qué no escribes algo sobre Babyn Yar? Deberías escribir sobre
Babyn Yar.» ¿Otra vez? Oh, no, otra vez no.
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