Bartebly y compañía, Vila-Matas, p.56
16) Es como si últimamente les
hubiera dado a los escritores del No por ir directamente a mi encuentro. Estaba
tan tranquilo esta noche viendo un poco de televisión cuando en BTV me he
encontrado con un reportaje sobre un poeta llamado Ferrer Lerín, un hombre de
unos cincuenta y cinco años que de muy joven vivió en Barcelona, donde era
amigo de los entonces incipientes poetas Pere Gimferrer y Félix de Azúa.
Escribió en esa época unos poemas muy osados y rebeldes -según atestiguaban en
el reportaje Azúa y Gimferrer-, pero a finales de los sesenta lo dejó todo y se
fue a vivir a Jaca, en Huesca, un pueblo muy provinciano y con el inconveniente
de que es casi una plaza militar. Al parecer, de no haberse ido tan pronto de
Barcelona, habría sido incluido en la antología de los Nueve Novísimos de
Castellet. Pero se fue a Jaca, donde vive desde hace treinta años dedicado al minucioso
estudio de los buitres. Es, pues, un buitrólogo. Me ha recordado al autor
austríaco Franz Blei, que se dedicó a catalogar en un bestiario a sus
contemporáneos literatos. Ferrer Lerín es un experto en aves, estudia a los buitres,
tal vez también a los poetas de ahora, buitres la mayoría de ellos. Ferrer Lerín
estudia a las aves que se alimentan de carne -de poesía- muerta. Su destino me parece,
como mínimo, tan fascinante como el de Rimbaud.
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