1. iVERANO BOMBA!
¿Qué nos retiene en un sitio?
¿Por qué nos quedamos al lado de alguien? A menudo me ha parecido intuir una posible
respuesta a estas preguntas, pero enseguida se me ha escurrido entre los dedos
... Así que no empezaré divagando, prefiero hablaros del verano en el que
conocí a Laura Pons en el mismo pueblecito costero donde de niño pasaba las vacaciones,
aunque solo mi madre se instalaba allí durante el verano largo que arranca con
el primer sol de mayo y se prolonga hasta que el viento de noviembre impide el
baño. El pueblecito está contado enseguida. Queda en esa zona del sur de Europa
que los catalanes insistimos en considerar un norte. Lo rodea un semicírculo de
montañas cubiertas de pinos con las laderas salpicadas por masías dispersas: a
medida que desciende el terreno las viviendas se acumulan hasta formar un
tejido urbano alrededor de la plaza, donde el ayuntamiento y la iglesia coinciden
en darle la espalda a la doble hilera de casas que se abren al mar como un
anfiteatro. A veces la puesta de sol incendia el mar, pero solo los días que
las embarcaciones se mecen bajo la luz blanca de junio el conjunto cumple con
la promesa de los pueblos de postal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario