Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

PAUSANIAS


Los griegos antiguos, Edith Hall, p. 315

Nacido en Lidia, no lejos de Esmirna, la ciudad de Arístides, en su época el emperador Adriano fomentaba el interés en Grecia; en efecto, en 131-132 d. C. reorganizó un grupo de antiguas ciudades griegas con el nostálgico título de los Panhellenion.  Así y todo, no es imposible poner demasiado el acento en la presencia del proyecto imperial romano en Pausanias, que viajó, investigó, tomó nota, entrevistó a nativos y acumuló recuerdos a lo largo de veinte años; de todo ese trabajo surgieron los diez volúmenes de su Hellades periégesis, la Descripción de Grecia, aún hoy base de las guías de los sitios griegos antiguos, que ha facilitado nuestra comprensión de los edificios y obras de arte de aquellos días. Es a Pausanias, por ejemplo, a quien debemos la descripción detallada de la única de las siete maravillas del mundo de la Grecia continental, la estatua de Zeus, en Olimpia, obra de Fidias. Cuenta Pausanias que el dios, hecho de oro y marfil, aparecía sentado en un trono, con el torso desnudo: en la cabeza, una guirnalda de ramas de olivo; en la mano derecha, una Niké, y en la izquierda el cetro, de metales diversos y rematado con un águila. Las sandalias y el manto también eran de oro, y este último tenía bordados de animales y flores de lis.

Pausanias inventó la literatura de viajes; pensaba que viajar era bueno por sí mismo y que el arte y la arquitectura solo podían apreciarse viéndolos directamente, una idea que lo distinguió de la mayor parte de sus contemporáneos, para quienes la evocación escrita de las obras de artes plásticas era admirable en sí misma. Pausanias colocó todos los objetos y edificios que visitó lo más lejos posible en relación con su propio contexto histórico. Investigó los epítetos antiguos de los dioses, se esforzó por localizar emplazamientos poco conocidos y llegó a emprender un arduo viaje por caminos de montaña solo porque había oído hablar de una estatua de Deméter en particular, si bien al llegar a su destino descubrió que llevaba siete años desaparecida. Esperó horas ilusionado con la posibilidad de oír, cerca de Kleitor (Kato Klitoria), al legendario pez que cantaba como un tordo, pero también esa excursión lo decepcionó. Fue también un epigrafista excelente que descifró y puso por escrito en griego inscripciones en dialectos locales poco conocidos que encontró en piedras viejas y gastadas. Su exactitud a la hora de localizar emplazamientos antiguos era admirable: Heinrich Schliemann, el arqueólogo que excavó Troya, se valió de los textos de Pausanias para descubrir la histórica Micenas.


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