Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

WITTGENSTEIN EN SU FIORDO


Wittgenstein arquitecto, p. 94

En 1913, Ludwig Wittgenstein, afincado en Cambridge y aún aspirante a filósofo, viaja a la población del Skjolden, situada junto a un fiordo del norte de Noruega, y allí traza parte de lo que poco tiempo después sería uno de los libros más influyentes, controvertidos y audaces de la filosofía del siglo xx, el ya citado Tractatus Logico-Philosophicus. Para él, antes de partir a Skjolden era importante dejar escrito algo acerca de su trabajo, ya que tenía la convicción de que le quedaban semanas, a lo sumo meses de vida. Desde un punto de vista objetivo tal convicción estaba absolutamente injustificada pues no padecía enfermedad alguna, pero también todos los escaladores cuando abren una ruta sienten que ésa puede ser la última; sólo tal sentimiento anuncia la posibilidad al éxito. Su amigo y valedor Bertrand Russell -filósofo ya entonces mundialmente famoso-, siempre tuvo el convencimiento de que Wittgenstein se volvería loco o se suicidaría en ese viaje. Cuenta Russell: «Le dije que en Noruega estaría oscuro, y él me dijo que odiaba la luz del día. Le dije que sería un lugar muy solitario, y me respondió que pervertía su mente hablando con la gente inteligente de Cambridge. Finalmente le dije que estaba loco y replicó que Dios le guardara de la cordura». Así, convencido de que moriría en su estancia en Skjolden, Wittgenstein le deja a Russell sus Notas sobre lógica, que eran todo cuanto había escrito hasta entonces, y que pueden considerarse el germen de lo que llegaría a ser la moderna filosofía del lenguaje. Esas notas giran en torno al análisis de la sentencia: «A es la misma letra que A».

Más directo, imposible.


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