Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LOS EDUARDIANOS


Los eduardinaos, Vita Sackville-West

En honor a su abuela hay que decir que le propinó los golpes más duros que pudo. -iMajaderías! -dijo cuando Sebastian terminó-. En la vida he oído tales majaderías. Los muchachos de mi época no hablaban así. Los muchachos de mi época eran hombres. Cazaban y bebían y cortejaban a las mujeres, y no se preocupaban de si cumplían con su deber. No eran tan delicados. -Se rascó la espalda con la manita de marfil-. No te andes con esos tiquismiquis, hijo. Si has nacido para tener ciertos privilegios, disfRútalos, y alégrate. No es que yo esté de acuerdo con tu madre ni con sus costumbres. Con rey o sin él, a mí no me gustan esos judíos; hoy he visto un montón de esos apellidos horrendos, hojeando el libro de visitas. Debería haberlo guardado antes de que yo viniera si no quería que me enterase. No son buena compañía ni para ella ni para ti. Seguro que te han estado metiendo ideas en la cabeza; a lo mejor quieren que entres en negocios con ellos. Tú no hagas caso. Y no tengas ideas. Las ideas lo trastornan todo. Las cosas marchan bastante bien, aún hoy en día. Déjalas estar. No tengas ideas.

-Las cosas marchan bien para nosotros, abuela.

-iMira el mocoso este! ¿y qué otra cosa importa? Nosotros dirigimos el país, ¿no? Los que dirigen se merecen sus privilegios. ¿ Qué sería del país, quisiera yo saber, si los de arriba no tuvieran sus comodidades? ¿ Qué sería de las modistas si tu madre no se hiciera más vestidos bonitos? Además, al país le gusta. En eso no te engañes. La gente necesita algo que admirar. Es bueno para ellos; les proporciona un ideal. No les gusta ver que un señor se degrada.


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