Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA UNIVERSIDAD


Tercer acto, Félix de Azúa, p. 211

La vida universitaria es un mundo ajeno sin apenas roces con el mundo real y verdadero. Se parece a la vida eclesiástica de los enclaustrados, en la que sólo importa lo que sucede dentro de la reclusión universitaria y entre los rijosos frailes, sus rencillas, sus venganzas, sus seducciones, sus abominaciones, pero con la diferencia de que el claustro universitario está persuadido de que puede cambiar el mundo. En parte es cierto, porque de allí han salido todos los movimientos totalitarios europeos. A finales del siglo XIX se forjaron los movimientos antisemitas, fascistas y nazis. En el siglo xx los movimientos comunistas, nacionalistas y maoístas. Encerrados en su burbuja artificial, profesores y estudiantes creen tener una grandiosa importancia social. En realidad, si tuvieran que pagar lo que en verdad cuestan sus estudios a la sociedad trabajadora, comprenderían el engaño en el que viven. Por parte del profesorado es aún peor, porque un personal contratado, se supone, por su valía intelectual (aunque el sistema de elección está corrompido) se encuentra en un callejón sin salida con un sueldo de miseria y un peso social inexistente, así que la mayor parte del profesorado se derrumba hacia la lucha política, ya que si gana alguno de sus disparatados principios a lo mejor cambia su condición, aunque, de no ser así, por lo menos se ha entretenido unos años a costa del contribuyente. La vida universitaria, que tuvo sentido como sustento intelectual del siglo XIX mientras se construyó el poder burgués, es ahora un lodazal, excepto para las almas bellas.


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