Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT. 1.133 23 FEBRERO 1981 / JUAN FRANCISCO FUENTES


ÉRASE UNA VEZ EL GOLPISMO

Esta no es una historia del golpismo español, pero sí de uno de sus episodios de mayor impacto y trascendencia, tanto por su repercusión mediática -fue la primera asonada militar retransmitida en directo- como por sus consecuencias históricas. El estrepitoso fracaso del golpe trajo consigo la consolidación de una democracia tambaleante y la derrota definitiva del golpismo, del que puede decirse que ya nunca levantó cabeza. El principal protagonismo en la defensa del orden constitucional correspondió al rey Juan Carlos I, jefe de las Fuerzas Armadas, asistido por aquellas autoridades civiles y militares que consiguieron evitar el temido vacío de poder. También Adolfo Suárez, rehén de los golpistas, como el resto del Gobierno y del Congreso, contribuyó a reafirmar con su actuación de aquella noche la supremacía del poder civil frente a sus enemigos, aunque fuera de manera simbólica. Primero permaneció sentado en la cabecera del banco azul, desafiando las órdenes de Tejero -«¡Al suelo todo el mundo!»-, mientras los asaltantes ametrallaban el techo del hemiciclo. Unas horas después, aislado en una salita del Congreso, hizo valer su auctoritas ante el teniente coronel de la Guardia Civil en un tenso cara a cara que el presidente del Gobierno resolvió con una fórmula castrense: “¡Cuádrese!”. Tejero, que entró en aquella salita retándole con la mirada y empuñando su pistola, dio media vuelta y se fue. Suárez acababa de escribir, sin saberlo, el epitafio del poder militar en España.


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