Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA SUBJETIVIDAD


La mujer temblorosa, Siri Hustvedt, p. 102

La subjetividad no es la historia de un “yo” absoluto y equilibrado que va por la vida tomando una decisión consciente tras otra. Tampoco es una máquina cerebral incorpórea, preprogramada genéticamente para actuar según unas pautas preestablecidas y predecibles. Con el paso del tiempo ha ido perdiendo fuerza la comparación del cerebro con el disco duro de un ordenador al que se le actualiza el software de forma continua. Con el advenimiento de la tecnología el ordenador se ha convertido en un modelo cognitivo, pero a mí me parece extraño que los científicos y una buena parte de los filósofos hayan decidido que una máquina puede ser un modelo adecuado para la mente humana. Por algo muy sencillo: las máquinas carecen de emociones y los humanos no pueden tomar decisiones sin implicar en ellas valores afectivos. Perderían capacidad de juicio, en lugar de ganarla. En su libro El error de Descartes, Antonio Damasio nos proporciona pruebas neurológicas de algo que la gente sólo podía llegar a intuir: que la emoción es crucial para el buen razonamiento. Las personas con daños en el lóbulo frontal tienen las emociones embotadas y ello afecta a su capacidad de actuar en beneficio propio. Además, nuestra subjetividad no está cerrada sino abierta al mundo exterior. Es un hecho indiscutible pero que suele olvidarse, y los científicos, obsesionados con las funciones cerebrales, a veces tratan estos procesos como si tuvieran lugar en un órgano aislado que no formase parte del cuerpo, un ramillete de neuronas metido en una cuba que sólo se ocupan de lo suyo sin interferencia alguna. William James escribió: “Toda acción es una reacción al mundo exterior; y el estadio intermedio de la consideración, la contemplación o el pensamiento no es más que un lugar de tránsito, el fondo de un circuito cuyos dos extremos están conectados con el mundo exterior[ ... ] La corriente de la vida que nos entra por los ojos y las orejas sale por nuestras manos, pies y labios». El modelo de experiencia subjetiva que presenta James es dinámico e incluye el mundo que percibimos, con todo lo que ello implica: imágenes, sonidos, olores, sensaciones, emociones, otras personas, pensamiento y lenguaje. Todo eso está dentro de nosotros. Estamos habitados, ocupados, somos seres plurales y siempre vivimos en relación con ese mundo exterior que percibimos como seres corporales y no solamente como cerebros.


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