Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CULPABLES


El síndrome Woody Allen, Edu Galán, p. 130

Ponme trescientos gramos de culpables

Nuestro tiempo, huérfano de dioses a los que señalar, necesita más que nunca encontrar a un culpable dentro de la atmósfera terrestre que nos explique por qué ocurre el mal o la desgracia. ¿Quiénes son los culpables del cambio climático? ¿Quiénes son los culpables de que tenga cáncer intestinal? ¿Quiénes son los culpables de los tiroteos masivos en Estados Unidos? ¿Quiénes son los culpables de la discriminación del pueblo gitano? ¿Quiénes son los culpables de la violencia contra la mujer? Tras todo esto subyace la idea, infantil, individualista y emocional, es decir, propia de nuestra época, de que cuando se encuentre al culpable, o a los culpables, además de tranquilizarnos como si fuese una nana, el problema desaparecerá sin más intervención que el haberlo hallado. Entre los partidos populistas se ha entendido perfectamente este mecanismo: uno de sus éxitos radica en proponer soluciones sencillas y muy comprensibles –“muy de sentido común”- que culpen a una variable (los extranjeros, los homosexuales, los hombres, los medios de comunicación ... ) para conseguir el voto de la población.

Denme culpables que se adapten rápidamente a mi ideología: no reciclar el plástico, el abuso en la ingesta de carne roja, Donald Trump, el exceso de inmigración, la pulsión violadora de los hombres, el porno, la apropiación cultural... El listado podría ser interminable, pero siempre estaría compuesto por culpables que explican el 99 por ciento del problema. No existe la multicausalidad, no existe la contradicción y no existe el contexto, de ahí que las soluciones populistas sean prohibir el plástico, prohibir la carne roja, prohibir a Donald Trnmp, prohibir la inmigración, prohibir el pomo o prohibir a Rosalia.

¿Novedad? No: en la Antigüedad se hubiese culpado a Zeus del cambio climático, a Apolo de Rosalía o a Satanás del porno. Pero suponíamos que la época oscura e irracional estaba superada: ¡y lo está! De ahí lo grave de la situación. Tenernos medicina, física, biología, meteorología, derecho, criminología, fotografía, psicología, antropología, sociología ... Pero no valen, porque su estudio para llegar a conclusiones lleva un tiempo intolerable en nuestra época y, generalmente, depende de demasiados factores y alguna que otra contradicción ... Incluso a veces, a pesar del enorme conocimiento que manejarnos y de que disponernos, hoy más que nunca, no somos capaces de identificar a «los culpables": ¡no sabernos exactamente cómo se creó el universo! ¡No entendernos la física cuántica! ¡No podernos predecir si el año que viene va a haber huracanes! ¡Seguirnos sin comprender el éxíto de Raphael! Pero, no os alarméis, los populismos conectados a internet nos dan soluciones a todo.


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