Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DESCONFIANZA


El síndrome Woody Allen, Edu Galán, p. 130

La desconfianza del saber común y la negación del análisis crítico no bastan por sí solas para creer que las instituciones, las academias, las empresas o los expertos nos están engañando. Aunque también las instituciones, las academias, las empresas o los expertos han contribuido a ello engañándonos más de una vez. Por ejemplo, ¿es cierto que algunas empresas farmacéuticas se han comportado como depredadoras, controlando el precio de los medicamentos, sobornando a médicos y estafando a aseguradoras? Pues sí. ¿Es cierto que el sistema judicial ha funcionado en ocasiones como un órgano represor, corrupto, al servicio de las clases altas y con un machismo rampante? Pues sí. ¿Siempre? Pues no. ¿Y cómo lo distingo? Analizando críticamente caso a caso y sacando una conclusión que puede, por supuesto, ser contradictoria y negar tu premisa. Por ejemplo, según el índice de Estado de derecho, una clasificación anual realizada por expertos del World Justice Project basándose en variables como “ausencia de corrupción”,”derechos fundamentales» u “orden y seguridad», advierte que Dinamarca, Noruega y Finlandia poseen los estados de derecho más consistentes y Congo, Camboya y Venezuela, los que menos. ¿Cabe la desconfianza en estos datos? Seguro: desde una perspectiva individual, y con una camiseta de “La verdad está ahí fuera” puesta porque soy fan de Cuarto milenio, puedo alegar que no son exactos porque requerirían de mejores variables, porque provienen de una organización corrupta o porque yo he viajado a Congo y no están tan mal. ¿Valdrían como argumentos que negasen completamente un estudio serio? No. ¿Esta desconfianza sistémica, propuesta a toda velocidad y sin datos, podría calar en la población? Creo que estamos viviendo imbuidos de ella: de hecho, funda gran parte de los métodos que utilizamos para comunicarnos, y estos tiempos de coronavirus, plagados de bulos y millones de versiones de soluciones a una epidemia que se está desplegando en directo frente a nuestros ojos lo prueban. Estos medios de comunicación personal-redes sociales, web-se basan en el yo y en la atención al yo, y pocas cosas atraen mayor atención hacia uno mismo que señalar un posible fallo en un sistema, sin importar que este apunte esté basado en la conspiranoia, en la pseudociencia o en la creencia. Llama más la atención decir que la Tierra es plana que decir que es redonda, luego afirmar que es plana será más reforzado en un mundo -el actual- donde prima el ser atendido antes que el ser racional-que suele ser muy aburrido, solo hace falta ver la cara de un científico o un académico de la lengua-.


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