Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA MANO ANARQUICA

Imposturas, Banville, p. 270
A medida que el día menguaba, pensé en muchas cosas, por ejemplo en ese fenómeno, con cuya existencia me topé por casualidad mientras leía cosas acerca del señor Mandelbaum y sus costumbres, que entre los neurólogos se conoce como la mano anárquica. Esta extraordinaria e inusual enfermedad -no hay más de medio centenar de casos registrados- es el resultado de una peculiar forma de rebelión en las profundidades del sistema nervioso. Quien lo sufre, aunque tiene las extremidades normales y sanas, se encuentra sujeto a la tiranía de una de sus manos, que al parecer, por su propio capricho y voluntad, lleva a cabo acciones independientes del paciente, a menudo contra sus intereses.  En la mesa se encuentra con que la recalcitrante mano le obliga a tomar alimentos que no quiere ingerir; se encuentra con  alguien por la calle, y en lugar de proferir un saludo, la mano vuela y abofetea a ese atónito conocido. A veces el comportamiento de la mano es tan escandaloso, que su compañera del otro lado es invitada a intervenir para detener sus travesuras; la lucha resultante puede ser en extremo violenta, y acabar en autolesiones y caídas al suelo. Una paciente incluso sufrió repetidos intentos de estrangularse a sí misma, y podría haber sucumbido de no haber estado presentes otras personas que se apresuraron a separar la mano suicida, o asesina, de la garganta. Lo que me preguntaba, echado en la cama de aquel hotel completamente vacío, era si una mitad del propio yo podría ser un anarquista, emperrado en la destrucción de la totalidad.

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