Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 539. BLONDE: UNA NOVELA SOBRE MARILYN MONROE / JOYCE CAROL OATES

Entrega en mano
Ahí venía la Muerte, avanzando presurosa por el bulevar, bajo la mortecina luz sepia.
Ahí venía la Muerte, volando sobre una vulgar y pesada bicicleta de mensajero, como en los dibujos animados.
Ahí venía la Muerte; infalible. Una Muerte imposible de disuadir. Una Muerte con prisas. Una Muerte que pedalea frenéticamente. La Muerte, que lleva un paquete con la inscripción ENTREGA EN MANO. FRAGIL en un rústico cesto situado detrás del asiento.
 Ahí venía la Muerte, abriéndose paso diestramente con su vulgar bicicleta entre el tráfico del cruce de Wilshire y La Brea, donde, debido a reparaciones en la calle, los dos carriles con dirección oeste de Wilshire se habían fundido en uno.
¡Qué Muerte tan rápida! Haciendo morisquetas a los conductores maduros que le tocaban la bocina.
La Muerte burlándose: ¡Vete a la mierda! Y tú también. Como Bugs Bunny adelantando a toda velocidad a los resplandecientes automóviles de último modelo.
Ahí venía la Muerte, sin amilanarse ante el aire enrarecido y contaminado de Los Ángeles ni ante el cálido aire radiactivo del sur de California, donde la Muerte había nacido. Sí, he visto a la Muerte. Soñé con ella la noche anterior y muchas noches antes. No tenía miedo.

Ahí venía la Muerte, tan resuelta. Ahí venía la Muerte, inclinada sobre el herrumbroso manillar de una bicicleta destartalada pero imparable. Ahí venía la Muerte, luciendo una camiseta del Instituto Tecnológico de California, pantalones cortos limpios pero sin plancha, zapatillas de deporte sin calcetines. 

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