Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

SE LOS NOMBRES

De Pasolini o la noche de las luciérnagas, p. 228-229
Del secretario de Estado de Richard Nixon y Gerald Ford, el alemán Heinz Alfred (llamado Henry) Kissinger, primer culpable de la estrategia Gladio, a Cario Digilio (alias Tío Otro),   coordinador de las operaciones de la CIA en Italia nororiental durante una década, o a Cario Fumagalli, del Movimiento de Acción Revolucionaria, encargado del boicot de los tendidos eléctricos en los alrededores de Milán y otras ciudades, atribuyéndoselo a comandos de   izquierda, con objeto de ir suscitando reacciones encaminadas a justificar la instauración en Italia de una república presidencial. De los jefes de la CIA William Colby y Vernon Walters a los falsos suicidas, silenciados por miedo a que revelaran datos de los atentados, Armando Calzolari, militante del Frente Nacional que fue hallado junto al  cadáver de su perro en un pozo, o, con algunos otros, Vittorio Ambrosini, abogado y agente doble {entre Lenin y Mussolini, según él), que al parecer ·iba a informar al ministro Restivo acerca de las bombas de Piazza Fontana.
La lista es larga, pero podría extenderse a lo desmesurado. Donacelia está considerándola bajo el rumor de la lluvia y en sus intervalos repasa las palabras del poeta publicadas en su día en el Comere de/la Sera: «Sé los nombres de los responsables de lo que llaman golpe (y en realidad es una serie de golpes para instaurar un sistema de protección del poder) [… ].Sé los nombres del "vértice" que ha manipulado tanto a los viejos fascistas que traman golpes como a los neofascistas autores materiales de los primeros atentados, y a los "desconocidos" autores materiales de los atentados más recientes [ ... ]. Sé los nombres de las personas serias e importantes que están detrás de los trágicos muchachos que optaron por las suicidas atrocidades fascistas y de los malhechores comunes, sicilianos o no, que se pusieron a su disposición como asesinos y sicarios [ ... ) . Sé todos estos nombres, pero no tengo pruebas. Ni siquiera tengo indicios. Lo sé porque soy un intelectual, un escritor, que intenta seguir todo lo que está pasando, conocer todo lo que se escribe al respecto, imaginar todo lo que no se sabe o se calla; que ata cabos, a veces lejanos, que junta las piezas desordenadas y fragmentarias de un cuadro político coherente, que restablece la lógica donde aparentemente reinan la arbitrariedad, la locura y el misterio”.

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